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Discurso de gratitud Septuagésima Sexta Graduación Ordinaria

 

“No podemos dirigir el viento, pero podemos ajustar las velas”.

Buenos días a todos, especialmente al Gran Canciller y Rector de nuestra Universidad Católica Nordesta, Monseñor Fausto Ramón Mejía Vallejo, y demás personalidades que componen la mesa de honor, buenos días a los vicerrectores, decanos y directores de escuelas, docentes, autoridades civiles y militares, a los invitados especiales, a la prensa, a los familiares y amigos nuestros, y a cada uno de los presentes que en esta mañana nos acompañan, pero sobre todo, un cálido saludo a mis compañeros graduandos que, al igual que yo, llenamos este recinto con la satisfacción y la felicidad de finalmente haberlo logrado.

Permítanme expresarles el gran honor que significa para mi expresar estas palabras de gratitud en nombre de este grupo de graduandos, que, a partir de hoy, compartiremos el orgullo de llevar tatuado en nuestros corazones la experiencia de haber vivido una de las etapas más importantes de nuestras vidas, la cual indudablemente marca el inicio hacia una época de nuevos desafíos.

Siempre existen cosas por las cuales agradecer, porque hay lugares y personas que nos marcan, que dejan huellas en nosotros, cosas que son parte de nuestra historia y que sin las cuales, es muy probable que hoy, no estaríamos aquí presentes, porque como William Arthur Ward expresó en alguna ocasión: “sentir gratitud y no expresarla, es como envolver un presente y nunca entregarlo”...

Se me enardece el corazón al agradecer antes que todo a Dios, por darnos la vida, la fuerza y las oportunidades, las cuales, en compañía de los dones otorgados, nos convierten en seres privilegiados que nos permitirán asumir el compromiso de ser entes transformadores de la sociedad dominicana, que tanto merece y espera de nosotros.

Es una ocasión especial para reconocer a nuestros padres como pilares fundamentales de la historia de nuestras vidas, quienes han realizado incontables sacrificios por nosotros, sus hijos, para que así pudiésemos llegar hasta aquí; gracias por ser ese apoyo incondicional, por sus consejos y enseñanzas. Fueron Ustedes, desde nuestras familias, los directores de nuestra primera escuela, quienes nos enseñaron a dar los primeros pasos en este camino llamado vida. Es este logro sin lugar a dudas, la más valiosa herencia que hemos podido recibir.

Agradecer a nuestra universidad, nuestra Alma Máter, por abrirnos sus puertas, acogernos, y brindarnos el espacio donde nos capacitamos, despertando en nosotros el espíritu de la innovación, preparándonos para el desafío que significa enfrentar nuestro futuro, con las manos llenas de las mejores armas que puedan existir: el conocimiento y los valores.

Distingo y agradezco de manera especial a nuestros profesores, quienes han sido nuestros guías, gracias por las enseñanzas brindadas, su entrega y dedicación al momento de enseñarnos, no sólo en cuestiones académicas, sino de situaciones que podrían presentarse en la vida profesional y personal, de todos nos llevamos enseñanzas valiosas, que jamás olvidaremos.

No podemos dejar de mencionar a todas esas personas que hemos conocido a lo largo de este trayecto, a quienes llamamos hoy amigos, gracias por todas las experiencias vividas, por las tardes de estudios y las noches de desvelos, gracias porque a pesar de que muchas veces no estábamos de acuerdo, nos dimos la oportunidad de aprender a disentir de manera correcta, respetando y aceptando el criterio y razonamiento de los demás; gracias porque juntos perseveramos y juntos lo conseguimos.

Recordamos hoy a nuestros familiares, a todas las personas que de alguna u otra forma nos han acompañado a lo largo de los años, gracias del alma por animarnos a seguir adelante y creer en nosotros. También a todo el personal de esta universidad que nos ha servido a lo largo de estos estudios. Ustedes son parte de este éxito.

En esta mañana nos toca reflexionar y mirar más allá de esta meta lograda, crear conciencia de adonde hemos llegado; debemos atrevernos a soñar, dejando a un lado los miedos que nos puedan cohibir, y estar convencidos de que la semilla del conocimiento ya está sembrada, que sólo nos resta enfocarnos y asegurar que todo lo anhelado se encuentra a la vuelta de un trabajo honrado, lleno de valores y principios, que puede ser gris en algunas ocasiones, pero otras veces cargado de colores. Jamás olvidemos que el más valiente no es quien gana más batallas, sino el que realmente se enfrenta a sus miedos.

La escritora Eleonor Roosevelt dijo alguna vez “el futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños”. Es decir, no simplemente se trata de soñar, se trata de creer, en nuestras capacidades, en el entorno, en nuestro país; creer que somos capaces, pero sin olvidar que el fracaso es inevitable y que es ahí donde cobra gran relevancia aferrarnos a nuestros valores, caminar en compañía de los nuestros, que sin lugar a dudas nos llevará más lejos.

Dejémonos envolver por el deslumbrante orgullo de lo que cada uno de nosotros ha logrado, y como dijo Mahatma Gandhi: “nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado, un esfuerzo total es una victoria completa”.

Amigos, como les decía al inicio, este lugar está lleno de graduandos que al igual que yo desbordamos nada más alegría y paradójicamente nostalgia, pues esos días de risas y lágrimas con nuestros amigos han terminado para iniciar otro ciclo, pero llevemos esta satisfacción a un nivel mayor, recordando que sólo a través de cultivar los valores de la humildad, honestidad, compromiso y amistad podremos ser referentes en nuestra sociedad, y el día de mañana cuando seamos padres y estemos del otro lado de la banca, viendo a nuestros propios hijos graduarse, podamos pensar que lo hicimos bien, esos conocimientos y valores que sembré por allá en el año 2019, dieron sus frutos.

GRACIAS TOTALES Y NUNCA OLVIDEN QUE EL CIELO ES EL LÍMITE.

José Rafael Infante Minaya

Ingeniero Civil

Summa cum laude


 

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